Tenía que quitar todo lo que hubiera delante. Daba lo mismo quien lo había puesto, ni cuánto tiempo llevaba allí. Llegaba el 'asterisco'. Ibamos a ser felices.
El 'asterisco' es guapo, atractivo, gracioso, tiene un saber estar con todos. Le da lo mismo que el grupo sea grande o que se haya quedado sólo con otro signo. Yo he tenido la suerte de conocerle y quererle, quererle a morir, he disfrutado de que estubiera a mi lado, de escucharle y acariciarle. Fue en un texto largo. Daba igual que estuviera en el mismo párrafo o que nos separaran unas cuantas líneas.
Ahora no estamos juntos, cada uno ocupa una tecla diferente. Pero me encanta soñar que de vez en cuando puedo acercarme a él y, en una travesura lingüística recrear un texto, a escondidas, sin que nadie me vea, mirarle, sentirle y poderle acariciar. Pero como soy un signo, no puedo manifestarle mis sentimientos.