Hoy es el cumpleaños de mi padre. Me gustaría poder recordar todo sobre él como hacen muchas personas, que se ponen a contar cosas y anecdotas y vivencias con su padre. Yo no puedo hacer eso, no sé, aunque las tengo. Puede que sea más sensible porque tengo dos hijos a los que adoro, y tal circunstancia me hace ver la paternidad de forma distinta o sobrevalorada.
Mi infancia la tengo más unida a mi madre, es la que me marca la educación en el día a día, lo difícil, mi padre está trabajando día y tarde, cuando llega es tarde (un día te escribiré, mamá). Coincidimos los domingos, los puentes y las vacaciones. Luego voy haciéndome mayor y ya le voy descubriendo cómo es, voy escuchando sus historias y viendo cómo es.
Siempre me ha gustado su forma de ser, en general. Su respeto a la gente, su forma de tratar con sus compañeros, su forma de ser jefe, el siempre tener una palabra acertada en el momento que alguien la necesita, su manera de alimentar la amistad con personas de ‘más arriba’ o de ‘más abajo’, con personas más parecidas a él y las que eran diferentes, su relación con la familia, con su madre, con su hermano, o con su mujer, su saber dar a cada hijo el tipo de cariño que cada uno demanda, su saber disfrutar cuando se tenían medios y cuando faltaban. Su forma de hacerte sentir seguro.
Claro que se me olvidan muchas cosas, y sé que también las tiene ‘malas’, pero es mi padre y esas para mí no tienen importancia o se compensan con tantas buenas. Lo único que tiene ahora son más años y que se mueve peor. Pero puede estar contento del trabajo que hace como padre, siempre ha sido bueno.
Gracias papá por hacerme como soy.