06 abril 2011

INDIGNEZ VOUS!

Así es como titula su libro Stéphane Hessel: "INDIGNAOS". Eso es lo que nos dice, basta de pereza y de pasividad. Y eso es lo que está pasando en Islandia, país democrático donde más. Pero no quiero decir nada más que recomendaros la lectura de este artículo, que me ha hecho llegar mi amigo Fernando (pcbcarp), de Juán Manuel Aragüés (profesor de filosofía en la Universidad de Zaragoza), el 26 de febrero de este año:

Siguiendo con la cuestión que abordaba hace unos días, la silenciada revolución islandesa, que ha supuesto un vuelco en el panorama político de esta pequeña nación europea, hay que preguntarse cuál es el motivo de que un hecho de estas características no haya tenido reflejo mediático, mientras que cada día nos desayunamos, comemos y cenamos (TVE ha llegado a tener tres periodistas en El Cairo) con los sucesos del Magreb, con las revueltas populares de Túnez, Egipto o Libia.


Vaya por delante que entiendo que lo normal es lo que está sucediendo, informativamente hablando, con el Magreb, es decir, que sucesos de tal transcendencia sean recogidos por los medios. Lo que resulta sorprendente, desde esa presunta objetividad de los medios, encargados, en teoría, de contarnos lo que sucede, es el silencio que se cierne sobre Islandia. Porque, si en Islandia ocurren cosas, ¿por qué no nos las cuentan? Por ello, me atreveré a proponer una hipótesis explicativa.


El tratamiento que los medios están realizando de los acontecimientos del Magreb subraya que son movilizaciones de carácter democrático contra regímenes de carácter autoritario. No vamos a entrar ahora a valorar que, de la noche a la mañana, regímenes amigos, y en algunos casos puestos como ejemplo, véase Túnez, se hayan convertido en feroces dictaduras a las que ese faro de la libertad y la democracia que se llama Occidente exige respeto a los derechos humanos y libertades.


No vamos a hablar de ello, ni de esa hermana monarquía marroquí, tan amada por nuestra Corona. Lo que sí voy a subrayar es que se describen las movilizaciones como movilizaciones de ciudadanos, se ha dicho textualmente, que "quieren ser como los europeos". Es decir, somos tan magníficos que todo el planeta desea ser como nosotros. Resulta difícil saber con qué objetivos se mueven las masas en el Magreb, incertidumbre que, en el fondo, carcome a nuestros gobiernos.


Sin duda, los proyectos políticos serán diversos: desde islamistas radicales hasta liberales, pasando por comunistas, nacionalistas, etc. Pero el mensaje mediático es claro: quieren ser como nosotros. Es una manera de subrayar lo afortunados que somos, pues no tenemos que recurrir a poner en peligro nuestras vidas para alcanzar la libertad: ya somos libres. Tanto, que somos la envidia del planeta. Podemos continuar con nuestra siesta democrática, abismados ante la televisión, y decidir con tranquilidad, y muy democráticamente, quién nos representa en Eurovisión o si la mano del defensa en el área fue o no penalti. ¡Vote, vote usted!


Las movilizaciones en Islandia, ésas que se han cargado dos gobiernos, que han exigido el encarcelamiento de los jerifaltes económicos del país, que se han negado a asumir las deudas de los bancos, que han promovido una asamblea popular para redactar una nueva Constitución, que han dado un corte de mangas al FMI y a los mercados, esas movilizaciones no pueden ser presentadas por los medios con simpatía, sino con preocupación. Porque subirían al escenario a un pueblo que, lejos de doblegarse, de asumir deudas ajenas e imposiciones irracionales, ha dicho basta.


El efecto de imitación que provocan los medios es brutal. La televisión estuvo en el centro de las revueltas de los países del Este, que comenzaron a imitarse los unos a los otros; lo ha estado en las revueltas del Magreb, con los efectos que estamos advirtiendo. Por eso es preciso silenciar a Islandia, o poner sordina a las diez huelgas generales de Grecia, no vaya a ser que a los europeos nos dé por pensar que, hombre, igual tienen razón los islandeses y ya vale de que nos tomen el pelo. Y empezáramos a reunirnos en las plazas, y a coger cacerolas, y a decirles a los Tanto-monta-Monta-tanto (PP-PSOE-CIU-PNV-PAR-CC) que hasta aquí hemos llegado.


Aquel volcán islandés de nombre impronunciable, aquel que llenó Europa de cenizas, sirve de perfecta metáfora para lo que acontece. El volcán político del norte debe ser silenciado, pues su nombre —no recuerdo bien si es democracia o participación popular—, en nuestras geografías políticas neoliberales, resulta impronunciable. Es preciso borrar las huellas de su erupción.

11 marzo 2011

11de MARZO

De nuevo es 11 de marzo. Para muchos hace siete años fue el último. Para muchos más es un día que marcó sus vidas por las lesiones físicas, las que no se ven y los recuerdos. Yo quiero cada aniversario estar al lado de los que podemos, y queremos, recordar.

En estos años han pasado muchas cosas aunque nada comparable a aquello. Sigue amaneciendo cada mañana, las rencillas políticas siguen siendo 'patéticas', la situación económica sigue marcando las vidas de los trabajadores, están tratando de mirar por nuestra salud pulmonar o por la 'sostenibilidad del planeta', se siguen gastando cantidades multimillonarias (en euros) en hacer buenas carreteras y mayores accesos a las grandes ciudades. Pero a una población que cada vez está más envejecida no se le hacen más residencias o centros de atención a personas mayores. La cultura sigue siendo lo último que importa, es mejor estar bien informado sobre los resultados del Barcelona C. F. o por una tendinitis del último fichaje del Real Madrid, que fomentar la lectura, la música o cualquier arte o pensamiento. Cuesta menos llenar un campo de futbol que un teatro. Si en internet hay posibilidades de compartir cultura, entonces van y le ponen puertas.


Pero sabed que por que hayáis muerto en aquellas circunstancias pocos habrán sido reflexivos más allá de cuatro días después de vuestra pérdida. Lo que sigue atrayendo televisivamente son los programas 'de mierda'. Puede que tengan culpa las televisiones por lo que ofrecen, pero es que la mayor parte de la gente "sigue" esa mierda (luego, eso sí, dicen que es vergonzoso, pero lo ven y se saben la vida del último mentecato que ha hecho cualquier cosa interesante como acostarse con...). No puedes hablar con nadie sobre un tema que requiera un mínimo razonamiento.

Se tiende a la estética de lo inmediato, de lo inmediatamente perecedero.

Se mandan muchos emails, sí, pero ninguno dice nada, de verdad, la gente sigue sin comunicarse. No se dice nada. Hay colecciones de fotos 'muy bonitas' de todo el mundo, con música 'muy bonita' y con la n-o-t-i-t-a final de "envíaselo a diez personas". Pero nadie se dice nada. Hay un par de 'redes sociales' de millones de amigos, unos tienen trescientos, otros noventa, otros... ¿Qué se dicen? ... Nada. Qué triste vida la mía sin redes sociales y sólo con un puñado de amigos.

Mejor es no hablar de cosas que conlleven a la reflexión. Eso es cosa de aburridos. Mejor ver la tele que leer ("es que yo cuando llego a casa lo que quiero es desconectar de los problemas, que bastantes vueltas le tiene que dar uno a la cabeza durante todo el día).

Ya no estáis con nosotros y no sé cuáles eran vuestras inquietudes, pero me da pena ver que ante un hecho tan importante, nadie ha optado por valorar más la vida. El espíritu de aquel día no ha perdurado en el tiempo y aquel magnífico comportamiento ciudadano (de tanta humanidad espontánea) tampoco ha desencadenado una catarsis. No ha cambiado nada. Sólo vuestra falta. Seguimos tan irreflexivos como siempre y quejándonos de las mismas nimiedades que lo hacían nuestros tatarabuelos aunque ellos no 'disfrutaban' de la PSP ni del Ipod.

Sólo queda el dolor de vuestra ausencia, de aquel hecho y el sentimiento profundo de quienes nos gusta alimentar la EMPATÍA, las relaciones personales en el cuerpo a cuerpo, el cariño por el amigo y la persona que está a nuestro lado y "la RAZÓN" que es la que nos hace humanos.

15 febrero 2011

Papá

Qué pena tan grande se siente cuando ves a tu padre, que ha sido, y es, lo más grande que has tenido, irse apagando poco a poco. No se puede decir más claro. No hay palabras.
¡Sabes que te quiero mucho papá! ¡Y mucha fuerza mamá!