TIA CONCHI (y por derecho TIO JUAN ANTONIO):
Quiero que estas letras sean para dejar escrito lo mucho que os quiero. Sois un referente en mi vida, de sacrificio, tesón, fuerza y cariño. Me ha dicho Almudena que estás pachucha, y como sé que es tu cumpleaños, te voy a escribir esta rara felicitación. A modo de mi agradecimiento y recordatorio. Vamos allá.
Nada fáciles aquellos años de la guerra, con vuestra madre yendo y viniendo de un lado a otro de la geografía (tengo enmarcado el salvoconducto militar con el que llegasteis desde Valencia a Madrid). Las casas donde compartíais habitación. Son cosas que mamá me cuenta y de las que se aprende mucho. Aquí vivimos, aquí pasó esto, aquí lo otro.
Sé que erais unos bailones y que tú, tía, te colabas sin tener la edad. Ya siendo vosotros una familia, viviendo en la calle Santa Engracia, también sé como os portasteis con mamá. Cómo le disteis el hogar que vuestro hermano le negó, y como su cuñado, tú, tío, le dijiste que se quedaba con vosotros. Siempre ha habido categorías. La vuestra, superior.
Tengo algún pequeño recuerdo en mi memoria de ir a veros con mamá y jugar con Juan Antoñín (hoy Tony). Y recuerdo con claridad la triste despedida en Atocha (ahora lloro aquella marcha) en un tren con vagones azules de Wagons-Lits (entonces no sabía el nombre).
No era para siempre. Ibais a volver enseguida.
Cuántas cartas os habéis escrito, de Madrid a Perth y de Perth a Madrid. Grabaciones en magnetófono. Paquetes con regalos o encargos para vender en El Club, y que yo iba a comprar con mamá a Máximo Parra (un mayorista), cosas que hacían más cercana aquella enorme distancia y que papá sabía empaquetar como nadie para que no se saliera ni una brizna de las ganas de abrazaros.
Qué soledad había en los que os fuisteis, y en los que se quedaron.
No puedo hacerme una idea de lo que fuera quedaros sin Juan José. Qué horror.
Y luego la pérdida tan terrible de Elsa (Elsita se la llamaba). ¡Ya está bien! Os dejó unos nietos que de pequeños siempre dan alegría. Recuerdo los días del largo y caro (gracias tío Miguel) viaje de mamá, sola, para acompañaros, esa sobrina era mucho también para ella.
Vendríais varias veces, íbamos a Barajas a buscaros. Por supuesto que os quedabais en casa. Ibais, veníais, tú, tía, siempre habías comprado algo, tu, tío, refunfuñabas, pero seguías con tus crucigramas, me encantaba escucharte, y que me dieras cigarros. ¡Cuánto fumabas!
Esos viajes que papá os organizaba, que serían una paliza de coche, pero luego contabais y contabais de sitios y de cosas que os pasaban. Y venga risas. Y quedabais con Adolfo y Lola.
Esos viajes que papá os organizaba, que serían una paliza de coche, pero luego contabais y contabais de sitios y de cosas que os pasaban. Y venga risas. Y quedabais con Adolfo y Lola.
Y la distancia volvía de nuevo. Hasta la próxima. Así las veces que hayan sido, da igual. Cuántas ganas de que os pudierais quedar para siempre. Así debía haber sido, pero no pudo ser. Cuántas y cuántas veces habréis pensado eso vosotros.
Cuánto dolor contenido.
Y te fuiste tío. Y dejaste a la tía sola, y tan lejos. Y sin poder abrazarnos.
Más dolor, la distancia no se achica por hablar por teléfono. Ya no se mandan paquetes, las llamadas van sustituyendo aquellas esperadas cartas con sellos muy bonitos.
Viene Tony (ya no es Juan Antoñín, está casado y con hijo) y le sigo viendo en Atocha regalándome un indio que llevaba en la mano. Cuánto hemos cambiado. La casa de acogida ahora es la de Almudena, la niña preferida de sus tíos y uno de mis amores.
El tiempo ha pasado, mucho, y la distancia es la misma. Qué alegría y cuánto dolor sin poder echar fuera.
Ya no está el magnetófono, ahora hay 'video-llamadas'. Los unos dentro de la casa de los otros, pero seguimos sin poder ir a comer a casa de los tíos, ni nada de eso.
La alegría está en que cada uno sepa disfrutar de cada ratito, podría haber más ratos buenos, sí claro, y malos. Pero recordando todo esto (vosotros os acordaréis de muchas más cosas) uno se da cuenta del cariño que ha habido y que hay, que está por encima de la distancia, que ahora puedo estar llorando, pero es de lo mucho que os quiero. Y de lo presentes que estáis.
Un beso , tía, y otro para ti, tío.
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